“… Toda alma,
aunque esté cargada de pecados,
presa de las redes de los vicios,
asechada por la seducción,
cautiva en el exilio,
encarcelada en el cuerpo,
pegada al fango,
hundida en el barro,
retenida en los miembros,
atada a las preocupaciones,
dispersa por el trabajo,
oprimida por los miedos,
afligida por el dolor,
errante tras el error,
inquieta por la angustia,
desazonada por la sospecha
y extranjera en tierra hostil;
y como dice el Profeta,
contaminada con los muertos,
evaluada entre los que yacen en el infierno;
esa alma, repito, puede volverse sobre sí misma,
a pesar de hallarse tan condenada y desesperada,
y no solo se aliviará con la esperanza
del perdón
y de la misericordia, sino que también
podrá aspirar tranquila a las bodas del Verbo.
no temerá iniciar una alianza de comunión
con Dios,
no sentirá pudor alguno para llevar
el yugo del amor a una
con el Rey de los ángeles…
ten en cuenta además
que este esposo no es solo un amante,
es el amor.
¿Es acaso el honor?
que lo discuta es que quiera: yo no he leído eso.
Sí leí que Dios es amor,
Y nunca vi la palabra honor”